Al-Hadji Kamara es un joven sierraleonés que desde hace varios años juega en el fútbol sueco. Este año, recaló en el Norrköping y en doce partidos lleva cinco goles, un número interesante teniendo en cuenta que en la mayoría de los encuentros ingresó desde el banco de suplentes. El último fin de semana se jugaba la fecha 13 de la Allsvenskan, la Liga doméstica de Suecia, y su equipo visitó el Behrn Arena para medirse con el Örebro. En media hora de juego, el local ya ganaba 2-0 con goles de Pode y Åhman-Persson. Sobre el final del primer tiempo descontó Nyman de penal.
Pero lo mejor y lo que llevó a Kamara a los portales deportivos de todo el mundo llegó en el complemento. No fue su cabezazo que puso las cosas 2-2 a los 72 minutos, sino la reacción del delantero tras recibir la segunda amarilla y ser expulsado cuando expiraba el encuentro. Kristoffer Karlsson le mostró la tarjeta roja y Kamara explotó no contra el árbitro sino contra si mismo, salió corriendo del terreno llorando y gritando a la vez. Una reacción curiosa y que sorprendió a los casi 8 mil espectadores que había presentes.
Pero lo mejor y lo que llevó a Kamara a los portales deportivos de todo el mundo llegó en el complemento. No fue su cabezazo que puso las cosas 2-2 a los 72 minutos, sino la reacción del delantero tras recibir la segunda amarilla y ser expulsado cuando expiraba el encuentro. Kristoffer Karlsson le mostró la tarjeta roja y Kamara explotó no contra el árbitro sino contra si mismo, salió corriendo del terreno llorando y gritando a la vez. Una reacción curiosa y que sorprendió a los casi 8 mil espectadores que había presentes.
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